Hacen de la muerte un espectáculo más. Y lo peor es que a la
larga nos produce indiferencia, pasividad. Crean en nosotros un sentimiento de
normalidad ante tales crímenes. Como si fuera normal que casi cada día mueran
muchas personas, entre las cuales cientos de niños. Y encima, desde lo más
profundo del cerebro reptiliano, el sin sentimientos, te dicen que han muerto
por daños colaterales causados por misiles inteligentes.
Lo malo no es que te lo enseñen por la televisión. Lo malo
es que te lo enseñan y te manipulan de tal modo que acabas amando al criminal y
odiando al que ya no tiene vida.
Y tú, al comer con la televisión encendida, te quejas de que
las crueles imágenes han dañado tus ganas de comer. Mientras… en otras partes
del mundo, miles de personas ni pueden quejarse por haberse quedado sin sus
seres queridos y que... igual llevan días sin poder comer, y que... igual llevarán
durante lo que les queda de vida en su mente la imagen de sus hijos, padres o
hermanos destrozados por el psicótico juego de la mente de una élite enferma de
tanto poder.
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